En este Catálogo, primera publicación de Ediciones Catay, de la Exposición de pintura de Santiago Vera, celebrada en la Oficina de México en Taiwán, en Taipéi, en mayo 2013, se dan cita dos líneas muy importantes: la artística y gráfica, de la mano del pintor, y la histórica y filosófica, en la pluma del historiador.
Todos sabemos que hoy la fiesta de los toros es tema de discusión y de antagonismos irreconciliables. Lo que esta exposición intenta es ir más allá de la superficialidad de considerar el toreo como un espectáculo pasajero, como una fiesta que se mantiene por la inercia de las costumbres. Tanto los rasgos pictóricos que Santiago añade a los recortes fotográficos seleccionados para su creación artística, como las consideraciones históricas y filosóficas de José Campos, nos muestran la seriedad y profundidad de una tradición española que tiene una fuerte simbología y un sentido vital.
Campos nos traza un breve historia del toreo, ya desde hace varios siglos, así como una visión del toro bravo que para muchos no aficionados será llamativa y hasta extraña, al hablar del toro bravo como de “un ser vivo poderoso portador de potencialidad en facetas genésicas, curativas y catárticas”. La comprensión de la fiesta de los toros en España es inseparable de su rica y estudiada historia, que Campos resume con brillantez y claridad en su exposición. Muchos de los tópicos y prejuicios de los antitaurinos, o del público en general, nacen de la ignorancia, más que de razones bien construidas. También los gustos de la gente han hecho que el toreo haya evolucionado, y otras circunstancias históricas, sin olvidar la televisión, han hecho que hoy el toreo presente unas características distintas y en cierto modo novedosas que Campos se atreve a definir como “una débil tauromaquia”. Por lo mismo “la fiesta vive dominada por la contradicción interna de un negocio que busca rendimientos inmediatos sin planificar el futuro”.
Si a esto se une la separación y olvido de la gente de la mentalidad agraria, y de una civilización de destrozo de la naturaleza, no es extraño que una fiesta como el toreo no pueda ya ser aceptada ni gustada por muchos que viven en “una sociedad globalizada que ya no entiende los ciclos de la vida natural con los cuales ha vivido siempre comprometido el hombre, es decir, implicado en las fases de vida y muerte, de sobrevivencia”.
Santiago Vera, en esta exposición intenta mostrar esa faceta menos llamativa de la fiesta y que da sentido a todo el espectáculo. El nombre de la exposición ya nos da la clave del valor del color negro, el más cercano al toro bravo. Pero no solo el negro sino que toda la gama de colores y de temas nos dan una perspectiva completa y profunda de la fiesta, sin olvidar a los dos protagonistas principales: el toro y el torero en las diferentes suertes de la corrida.
Para los que no somos aficionados a la fiesta, Vera con su pintura y Campos con su exposición teórica, nos descubren que la tauromaquia no solo es una fiesta y un arte, sino un rito, y que el entendido que asiste a una corrida no solo busca el entretenimiento pasajero sino también una respuesta a cuestiones de la existencia humana quizás olvidadas en el tráfago de la vida moderna. Por eso, la plaza de toros “es un espacio comunal, divino, donde se representa el último rito vigente de cuando lo religioso sobrecogía al hombre”.Firmado: José Ramón Álvarez.